viernes, 15 de febrero de 2008

"PAÍS QUE FUE SERÁ" Juan Gelman

EL ACOSO

Estar triste es un hecho.
Comerse la tristeza un acto.
Entre el acto y el hecho pasan
una luna infantil y un libro
blanco donde
maquillaron la palabra dolor.
Ahora parece un fruto, una
casualidad o esperanza, isla
sola en el suelo.
Al fondo, se ve el vértigo
de pájaros anónimos que matan
olvidos de compunción.
No van más lejos
que el nacimiento de un delirio.
Alguien habla en la copia de mí
y hace ruido un temblor acosado.

Edit. Visor Poesía, 2004, pág. 32

COMENTARIO:
Reconozco que, hasta ahora, no había leído ningún libro de Juan Gelman. Alguna referencia a su poesía y su persona en algún suplemento literario y poco más. Como todo el mundo sabe fue elegido Premio Cervantes en el año 2007, galardón que le será entregado la próxima primavera en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá.
Me ha llamado la atención tres o cuatro datos sobre su biografía que vale la pena destacar. Gelman nació en Buenos Aires en 1930 en una familia
pobre. Descubre la poesía a finales de los años cuarenta y poco después se afilia a las juventudes comunistas. Distintos avatares políticos le llevan al exilio después del golpe de la Junta Militar de 1976, durante el período 1975-1988. Vivió el exilio en España, Italia, Francia, Nicaragua...
A lo largo de una vida multitud de pequeños o grandes sucesos moldean el carácter, el comportamiento, la aptitud vital, las ambiciones o los temores de una persona. En el caso de Gelman dos grandes acontecimientos marcaron su presente y su futuro.
El primero tuvo lugar en los primeros momentos de la dictadura militar: el ejército argentino secuestró, torturó y asesinó a su hijo Marcelo, de veinte años. Su nuera María Claudia, embarazada de siete meses, también fue detenida y trasladada al Hospital Militar de la capital uruguaya donde dio a luz. A los dos meses el bebé, con identidad falsa, le fue retirado y pasó a una familia uruguaya. Mª Claudia fue asesinada.
Después de muchas investigaciones e indagaciones -su constancia la mantuvo durante veintitrés años- y con la ayuda de la comunidad artística e intelectual de todo el mundo, dio con su paradero. Gelman preservó su identidad y ella cambió de apellidos y tomó los de su padre.
Para el poeta existe un vacío de veintitrés años que es difícil de llenar. Al contrario que le sucede a cualquier abuelo, él no pudo verla crecer desde niña, ni disfrutar de su juegos, ni verla hacerse mujer. Después de establecer contacto con ella dice " estamos logrando reconstruir la relación a partir del encuentro, mirar hacia adelante". Y, desde el asesinato de su hijo y su nuera, el dolor y el sufrimiento han convivido y vivido en él, acentuados por su propio exilio.
El segundo acontecimiento que marca su vida es el distanciamiento de su madre, debido a su condición de exiliado, y la sorprendente manera en que conoce su muerte. En 1982 residiendo en Nicaragua, recibe en un mismo día tres cartas: una de su madre, otra de su consuegra ( en la que le decía que su madre estaba bien, después de haber tenido dos recaídas del cáncer) y una tercera de su hermana que le comunicaba el fallecimiento de la madre. Uno imagina la confusión, el galimatías de sensaciones, la incredulidad y la perplejidad padecidas al tener en las manos tres realidades diferentes sobre su madre y la evidencia de su fallecimiento.
Y, dicho lo anterior, si el sujeto es escritor y poeta, forzosamente tiene que quedar recogido en su obra.
País que fue será (2004), el libro que he leído hace unos días, fue escrito en el período que los críticos consideran como su tercera fase poética "no exenta de melancolía descorazonadora y de rabias súbitas, y de reconciliación y paz... El tiempo de la reintegración familiar y del encuentro cono nuevos amigos en un nuevo país" (México, en el que vive con su segunda mujer desde 1988).
Lo componen poco más de ochenta poemas que no rebasan, por lo general, los veinte versos. ¿Los temas? El amor, el ambiente en el que vive, las guerras, la muerte, la vida pasada y la futura, los posos del dolor y sus pesadillas (¡cómo no!).
No es un poeta fácil. Esto sería tema de discusión con quienes la poesía se les hace cuesta arriba. Son poemas que necesitan, en muchos casos, una relectura inmediata. Algunos críticos le acusan de "descuartizar el lenguaje" de "agramaticalidad" de "sintaxis retorcida". En los poemas Blanco, Cartas o Vejeces las alteraciones gramaticales no facilitan la comprensión del poema -son como manchas de niebla que ocultan partes imprescindibles para entender el todo-; pero, como la niebla, desaparecen con mayor o menor prontitud, mostrándose entonces despejada la comprensión del poema. Sin embargo, este proceder no es la norma del libro.
El poema Saberes es consecuencia del cercano final de una vida y conlleva una intensa carga poética y una lógica desesperanza: Pasé junto al árbol que da flores blancas en invierno/ y supe/ que moriré antes que él./ En mi puerta el sol dora/ pasados por venir. También sobresalen entre sus preocupaciones los despropósitos que acontecen en el mundo en Escenas de guerra: "Convierten al mundo en hospital,/ quieren que no esperemos nada".
En su memoria está muy presente todo el horror que le "vivieron" (emulando aquí su distorsión en el lenguaje) en un pasado no muy lejano, y ello queda patente en el poema Jenin: "...Hay asesinos/ y aplausos para los asesinos./Caigo en los huecos/ del alarido, vienen/ pesadillas de un país distante./ Son pesadillas de mí mismo./ Me matan muchas veces/ junto a tu piel suave." País que fue será, no es un libro superficial y conviene, por ello, sumergirse en él. Sentiremos a veces como si en el aire hubiera escasez de oxígeno, como si las vivencias y preocupaciones de Juan Gelman, trasladasen su angustia al lector. Es un libro lleno de verdad, de una verdad dolorosa; también de pequeñas alegrías, de pasiones y de curiosidad. Por todo él, como si de un cetáceo se tratara, la muerte emerge y enseña su guadaña, sumergiéndose nuevamente hasta que unas páginas más adelante siente nuevo deseo de respirar. Nada anormal si pensamos en que el asesinato de un hijo es una herida que nunca deja de supurar: "El pasado se amontona/ en un instante descuidado, se/ enmarañan sus cuándoscómos" (El Paraje).
Una vez descubierta la poesía de Juan Gelman ( ya dije al principio que casi no lo conocía), me he propuesto leer su libro Carta a mi madre, publicado en Buenos Aires en 1989, y del que desconozco si ya se ha publicado en España. De él, Antonio Gamoneda refiere que su poesía "No tiene nada que ver con la ficción, sino que procede directa y radicalmente de la vida".
En este mes de febrero está previsto que la editorial Visor edite Mundar el último libro escrito por Gelman.
(S.H., 2008)

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