jueves, 27 de septiembre de 2007

"EL CORAZÓN HELADO" Almudena Grandes



A mí no me gustan los entierros, ellos lo saben.No me gusta el gesto indiferente de los sepultureros que adoptan una expresión de condolencia artificial y previsible, tan humana, cuando su mirada se tropieza con la de los deudos. No me gusta el ruido de las palas, ni la brutalidad del ataúd rozando las paredes de la fosa, ni la silenciosa docilidad de las sogas al deslizarse, ni la liturgia de los puñados de tierra y las rosas solitarias, ni esa sintaxis pomposa, fraudulenta, de los responsos.
No me gusta el ritual macabro de esa ceremonia que siempre acaba siendo tan breve, tan trivial, tan inconcebiblemente soportable, todos lo saben. Por eso estaba solo, lejos, con Mai al lado, separado de los míos y de los otros, tan lejos de los abrigos de pieles como de las chaquetas de lana y casi a salvo del ronroneo del cura que mi familia se había traído de Madrid...."

Álvaro,
Edit. Tusquets , 2007, pág. 18
COMENTARIO:
El corazón helado es la historia de dos familias, opuestas ideológicamente, marcadas por la guerra civil española. Comienza la narración en el año 2005. En el entierro de Julio Carrión, uno de sus hijos ve a una mujer desconocida. Iremos averiguando casi todo sobre su vida, como que es hija y nieta de exiliados republicanos en Francia. Lo que ni ella ni el hijo de Julio Carrión sospechan en ese momento es que van a vivir una intensa y dolorosa historia de amor, y van a ver cómo su pasado se cruza de forma dramática.
La novela nos cuenta la guerra, el exilio, el franquismo y la transición, vivida de forma distinta por las dos familias. Está relatada por los nietos y son dos los narradores que van alternando y aclarando la historia un tanto compleja y a veces repetitiva. A pesar de esto y de su, a mi parecer, injustificada extensión, logra mantener el interés. Quizás porque no cuenta la historia de aquella época, sobre la que tanto se ha escrito, sino los sentimientos de sus personajes, sus vidas.
Lo cierto es que la novela emociona, conmueve y sorprende con su desenlace.
Y detrás de todo, la novela quiere ser lo que la propia autora ha declarado en alguna entrevista: un ejercicio de memoria histórica y el intento de saldar una deuda con el bando republicano.
(J.LL.,2008)

miércoles, 26 de septiembre de 2007

" EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS " John Boyne


El coche oficial con las banderitas en el capó los llevó a una estación de ferrocarril que tenía dos vías separadas por un ancho andén. A cada lado del andén se encontraba un tren esperando a que subieran los pasajeros. Como había tantos soldados desfilando por el otro lado y la alargada caseta del guardavía interrumpía la visión, Bruno sólo pudo ver brevemente a la multitud. Entonces él y su familia subieron a un tren muy cómodo en el que viajaban muy pocos pasajeros, había muchos asientos vacíos y entraba bastante aire fresco cuando bajaban las ventanillas. Si los trenes hubieran estado orientados en sentidos opuestos, pensó, no habría parecido tan raro, pero no era así; ambos apuntaban hacia el este. Tuvo ganas de gritar a aquella gente que en su vagón quedaban muchos asientos vacíos, pero se abstuvo porque intuyó que, aunque aquello no hiciera enfadar a Madre, seguramente pondría furiosa a Gretel, lo cual habría sido peor.
Bruno no había visto a su padre desde la llegada a la nueva casa de Auchviz. Poco antes había creído que quizá estaba en su dormitorio, cuando la puerta se había entreabierto, pero resultó ser aquel joven soldado antipático que había mirado a Bruno con unos ojos que no reflejaban ni pizca de ternura.

Edit. Salamandra, 2007, pág. 47