miércoles, 7 de octubre de 2009

" MAL DE ESCUELA" Daniel Pennac



De 1969 a 1995, si se exceptúan dos años pasados en un centro de alumnos muy selectos, la mayoría de mis alumnos fueron pues, como lo fui yo mismo, niños y adolescentes con dificultades escolares más o menos grandes. Los más afectados presentaban poco más o menos los mismos síntomas que yo a su edad: pérdida de confianza en uno mismo, renuncia a cualquier esfuerzo, incapacidad para la concentración, dispersión, mitomanía, constitución de bandas, alcohol a veces, drogas también, supuestamente blandas, pero aun así algunas mañanas tenían la mirada más bien líquida...

Editorial Mondadori, 2008, pág. 143



Comentario:

Daniel Pennac es un escritor francés nacido en Casablanca en 1944; su infancia la vivió en diferentes países de África y del Sudeste asiático. En este libro, considerado como una autobiografía novelada o un ensayo autobiográfico, el escritor explica las dificultades que tuvo con los estudios en sus primeros años educativos.
Partiendo de su condición de "zoquete", - él se autocalifica así a lo largo de todo el libro -, analiza el sistema educativo, la disposición al estudio del alumno y la relación alumno/profesor, entre otros temas.
Tras la lectura de Mal de Escuela uno no sabe cuál es la fórmula para que un mal alumno pueda reconducirse o un buen alumno pueda malograrse. Sí parece colegirse que una buena educación familiar crea en el niño una personalidad donde prima el respeto, la tolerancia, la amistad, el trato correcto o las buenas maneras. Después las capacidades para el estudio dependen de la persona, además de una buena motivación del alumno, buenos profesores o un sistema educativo bien diseñado. Daniel Pennac trata con cariño y comprensión, aunque no por ello deja de darles varapalos puntuales, a todos aquellos que se les hace cuesta arriba las operaciones matemáticas, la sintaxis o la historia. La motivación, el detonante que pone
en marcha el interés por el estudio puede ser variado: un profesor, una lectura, la familia, una palabra, la televisión, la música, un amigo, etc. Para otros estudiantes esta transformación no se produce nunca. Daniel Pennac trata con especial cariño a esos estudiantes con dificultades de integración social o de aceptación por su condición de inmigrantes, situación que se ha dado en Francia desde hace unas cuantas décadas. En su etapa educativa como profesor de Lengua y Literatura se ha inclinado especialmente hacia estos grupos tratando de facilitarles el camino de la formación. Sin embargo, se percibe en esta obra su inflexibilidad y rechazo hacia los alumnos violentos y desvergonzados o los destructores del buen ambiente escolar. Predica la libertad del hombre mediante el saber y la formación. Esto hace que se tenga más criterio y capacidad de elegir mejor entre diferentes situaciones. Pero también recalca ese sometimiento que los jóvenes tienen, a causa del marketing y la incitación al consumo, y que les reduce la capacidad crítica de elección que ellos a veces creen tener. Sobrevuela en Mal de Escuela la satisfacción del autor al haber conseguido superar sus dificultades durante la enseñanza primaria, y partiendo de su condición de "zoquete" - aunque no está muy claro cómo -, superarse día a día hasta lograr licenciarse en Lengua y Literatura y, posteriormente, aportar su grano de arena como enseñante.

(S.H. 2009)

domingo, 13 de septiembre de 2009

"EL VIEJO Y EL MAR" Ernest Hemingway


Recogieron el aparejo del bote. El viejo se echó el mástil al hombro y el muchacho cargó la caja de madera de los enrollados sedales pardos de apretada malla, el bichero y el arpón con su mango. La caja de las carnadas estaba bajo la popa, junto a la porra que usaba para rematar a los peces grandes cuando los arrimaba al bote. Nadie sería capaz de robarle nada al viejo, pero era mejor llevar a casa la vela y los sedales gruesos puesto que el rocío los dañaba, y aunque estaba seguro de que ninguno de la localidad le robaría nada, el viejo pensaba que el arpón y el bichero eran tentaciones y que no había por qué dejarlos en el bote.
Marcharon juntos camino arriba hasta la cabaña del viejo y entraron; la puerta estaba abierta. El viejo inclinó el mástil con su vela arro
llada contra la pared y el muchacho puso la caja y el resto del aparejo junto a él. El mástil era casi tan largo como el cuarto único de la choza. Ésta estaba hecha de recias pencas de la palma real que llaman guano, y había una cama, una mesa, una silla y un lugar en el piso de tierra para cocinar con carbón.

Editorial Seix Barral, 1983 , pág. 11-12


Comentario:


El viejo y el mar
es una novela corta con corte de gran novela. Hemingway la escribió en Cuba en el año 1951 y la publicó un año después. La narración se sitúa en la isla de Cuba y tiene a tres personajes como protagonistas principales: Santiago, el viejo; Manolín, el muchacho; y el Gran Pez. Se trata de u
na obra de gran sencillez, en la que el autor parece que ha aventado el escrito y ha dejado lo esencial; sin ornamentos, sin palabrería, sin vocabulario enrevesado ni rebuscado. Me recuerda este libro a la literatura de Tagore o a la de Herman Hesse en Siddartha. Hemingway ha centrado su escrito en los valores del hombre: la amistad, el trabajo, el amor, la perseverancia, la dignidad o el respeto. Santiago es un pescador de pobreza extrema; no es ninguna novedad en el pueblo donde vive, todos los demás pescadores lo son también. También lo es Manolín, un muchacho que ha entablado una estrecha amistad con el viejo desde que éste le enseñó a pescar. Los dos se entienden muy bien: el muchacho siente admiración por el viejo, el viejo le da mucho cariño, y los dos se tienen un gran respeto. El muchacho salió a pescar con el viejo como ayudante durante cuarenta días y en ese período no lograron pescar nada. Los padres del chico le mandaron a trabajar a otro bote en el que sí se recogía pescado. Ochenta y cuatro días pasaron sin que el viejo consiguiera pescar y, por tanto, ganarse su sustento. Al que hizo ochenta y cinco se echó a la mar solo en su pequeño bote y la suerte quiso que mordiera el anzuelo el Gran Pez, el más grande que nunca hubiera visto. Comenzó entonces un combate de resistencia, de estrategias, de poder, entre el viejo y el pez. Para descubrir los verdaderos valores de esta novela hay que enfrascarse en sus páginas y ponerse en el pellejo del pescador en su lucha con la naturaleza, con el mar, con el esfuerzo, con el dolor, con el hambre y con un animal al que respeta y valora, hablándole con ternura y sintiéndolo a través del sedal que les une. En esta lucha cada uno tiene un objetivo: liberarse el del pez; cobrarlo y llevarlo a puerto para vender su carne, el viejo. Poder mostrar ese maravilloso ejemplar al resto de los pescadores es una forma de triunfo, de la capacidad de un pobre viejo para conseguir la mejor captura. Una forma de decir a los demás "véis, soy viejo pero todavía tengo fuerzas para hacer algo grande". No estaría mal que muchos lectores de la corriente actual de novela pseudohistórica intercalaran entre bestseller y bestseller un libro como éste. En contra de esta novela juega el número de páginas, poco más de ciento cuarenta ( un bestseller que se precie no cuenta con menos de quinientas páginas), pero no hay que preocuparse, es una novelita que va tan por derecho que, una sola acción, capta nuestro interés suficientemente y nos deleita desde el principio hasta el final. (S.H. 2009)

martes, 24 de marzo de 2009

"NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA" Graham Green


Wormold abrió el tablero. Luego dispuso sobre los cuadros veinticuatro botellas de whisky en miniatura: doce de bourbon enfrentaban a doce de scotch.
- ¿ Qué es esto, mister Wormold ?
- Una idea del doctor Hasselbacher. Pensé que podríamos jugar una partida en recuerdo suyo. Cuando coma una pieza se la bebe.
- Una idea astuta mister Wormold. Como juego mejor, bebo más.
- Y entonces yo le doy alcance, también en las copas.
- Creo que preferiría jugar con piezas comunes.
- ¿ Tiene miedo de que le derroten, Segura ? Tal vez tenga la cabeza floja.
- Mi cabeza es tan dura como la de cualquiera, pero a veces, cuando bebo, me encolerizo. No quiero perder los estribos con mi futuro padre.

- Milly no quiere casarse con usted, Segura.
- Eso es de lo que tenemos que conversar.
- Usted juegue con el bourbon. Es más fuerte que el scoth. Será mi desventaja.
- No es necesario, jugaré yo con el scotch.
Segura dio vuelta al tablero, sentándose.
- ¿ Por qué no se quita el cinturón, Segura ? Estará más cómodo.
Segura puso el cinto y la cartuchera en el suelo, a su lado.

Editorial Seix Barral, 1984, pág. 243-244

COMENTARIO:

No soy muy dado a seguir esas recomendaciones que, con gran despliegue mediático, hacen las editoriales para convencernos de las excelencias de un libro. Son tanto los intereses que tienen con ánimo de lucro, que harán pasar por maravillosa la obra más vulgar. El bombardeo publicitario consigue, indefectiblemente, convencer a incautos que no dudan que un autor tan conocido (tan conocido por presenciar su imagen y su libro en mil escaparates, centros comerciales, vallas publicitarias, televisiones, etc.) sea la revelación del siglo y la obra un alarde de poderío literario. Y, ya se sabe, lo que no consiga el dinero. Algo así ocurre con la actual moda de literatura pseudohistórica / policíaco / esotérica / fantasmagórica. Pareciendo que basan sus argumentos sobre hechos reales, desvelan y revelan verdades ocultas ( a mayor disparate mayor atracción lectora), verdades que se les han pasado por alto a todos los hijos de vecino que han poblado la Historia. Es más, el hecho ha dado, espectacularmente, la vuelta a la tortilla histórica. A Jesucristo se le descubren hermanos; la Santa Cruz se la guardó un comerciante romano que se asentó en la Hispania Citerior; Galileo celebraba misas negras en una secta; Cristóbal Colón había nacido realmente en Líbano pero, de pequeño, unos piratas secuestraron el barco en el que viajaba con sus padres y lo vendieron a un mercader veneciano; y, por dar término a tantos y tantos motivos argumentales, Napoleón tuvo relaciones íntimas con Agustina de Aragón. ¡Ya!, pues nada, lo que vende vende; todos al tren hasta que se le acabe el carbón. Y esto no es lo malo, lo peor es la mediocridad con la que están escritos la mayoría. Ya lo dije al principio, no me gusta nada la mercadotecnia editorial. Distinto es que alguien, de sobrada seriedad y abundante criterio te transmita las bondades y la calidad de un libro. Te introduzca en la trama, en las virtudes literarias; te muestre que ese pasaje sobre la pasión o la envidia te hará descubrir aspectos en los que merece la pena detenerse. Surgió en una charla el nombre de John Le Carré ( su último libro El hombre más buscado), la guerra fría, Churchill, el espionaje; y él acabó hablándome de Nuestro hombre en La Habana de Graham Green. Un libro bien escrito, un mundo de espías en el que la habilidad para el engaño de un británico residente en La Habana provoca que se vea envuelto en asuntos de alto espionaje. Wormold es un representante de aspiradoras que se ha separado de su mujer y que vive con Milly, su hija, una estudiante de dieciséis años rebelde y atrevida. La acción se desarrolla en la Cuba de Batista. Un año después de la publicación de la novela (1958) se produce la revolución cubana. Hacer de espía le reporta unos ingresos que piensa destinarlos a cubrir los estudios de Milly. Pero, a cambio, debe redactar informes para el servicio secreto británico y enviarlos a Londres. Por supuesto, se los inventa y hasta envía unos planos de sus aspiradoras que hace pasar por armamento. Monta una red de espionaje ficticia que sustenta la mentira que mal que bien lleva adelante. Cuba, y La Habana, como ciudad más importante, están carcomidas por la corrupción, por la delincuencia y por las necesidades. Los abusos y los sobornos forman parte, igual que el uniforme, de las actividades de la policía. Los cabarets, las salas de baile, el alcohol y la prostitución atraen a los extranjeros, aportando a la isla sus buenos dólares. Nuestro hombre en La Habana es un libro escrito por un gran conocedor de los servicios de espionaje. Su argumento nos introduce de un modo irónico, y hasta cómico, en una trama perfectamente elaborada; sus diálogos son el principal atractivo de la novela, bien hilvanados, dinámicos y ocurrentes. Merece la pena prestar atención a personajes como el capitán Segura, el doctor Hasselbacher y Beatriz, la colaboradora de Worlmod. El tema del libro está basado en la realidad, en muchos de los acontecimientos acaecidos entre países enfrentados por la Guerra Fría. El juego sucio existente en las embajadas y consulados de los países que estaban en la órbita de Estados Unidos o en los que estaban tras el Telón de Acero. Códigos secretos, microfilms, planos, pistolas con silenciador, sabotajes a empresas o medios de transporte, intercambio constante de maletines con dinero y/o documentos, asesinatos, etc. son los ingredientes de este tipo de novelas. Algunos consideran Nuestro Hombre en La Habana como la mejor novela de Graham Green, pero El factor humano o El americano impasible son dignas de tenerse en cuenta. Volviendo al principio, es preciso recordar que estamos siempre muy pendientes de las novedades editoriales. A veces reservamos un libro antes de que salga a la venta con el único aliciente de unos anuncios en prensa o televisión, sin embargo, es un buen recurso dirigir la vista atrás y leer esas buenas obras que casi han sido olvidadas y que son excluidas de las librerías por el aluvión de publicaciones que semanalmente necesitan ocupar los lugares privilegiados en las estanterías y en los escaparates. Si tienes amigos que te descubran buenos libros, aprovéchate. También suele ser más barato.
(SH, 2009)